jueves, 23 de abril de 2009

Mente sana, en cuerpo pobre

Desde que me independice en septiembre mi forma de ver el dia ha cambiado considerablemente. Encontrar 5 minutos libres para simplemente sentarse es algo casi imposible, pero que me obligo a hacer aun así de vez en cuando. Limpiar, orden, compras, comida, plancha, cenas fuera, cafés, trabajo, metro… entre la vida laboral y la social, poco tiempo deja la gran urbe para uno mismo. ¿Resultado? Adiós a mis queridas abdominales…. Hace un par de semanas, y gracias a que mis viajes semanales han cesado, me propuse acabar con ello. El gimnasio se iba a convertir en una obligación quasi-diaria. Obviamente no podría ir mas de 30-40 minutos pero menos es nada decía aquel.
La operación bikini había empezado. Sin embargo, la fama cuesta. Y no me refiero al sudor de gota gorda con el que andamos en el gimnasio, si no a que puede causarnos la ruina! Y si no me crees, lee:

Para empezar el gimnasio. En pleno centro de Madrid, y sin tarifa de estudiante, el mes ronda los 60 euros. Gran incentivo para no dejar de ir sí que es.
La comida no se queda atrás, no. La base de ponerse en forma esta claro que es tener una buena alimentación. Pero claro esta, un servidor, como buen cocinero, disfruta comiendo y se niega a dejar de comer. Por eso, este lunes en mi compra semanal opte por alimentación sana: Arroz, pavo, pollo, caldos, verduras… ¡y vaya con los precios! ¿Es de extrañar que un joven recurra a litoral cuando las lentejas caseras le llevan más tiempo, trabajo y sobre todo más dinero? Pues nada otros 40 euros semanales.
Al final todo eso nos da igual, y si somos constantes en 2 -3 semanas empezamos a ver los resultados olvidándonos de lo caro que esta el Melon ¡Pero…Entonces si que viene la ruina! De repente, toda nuestra ropa anterior nos parece vieja, y sentimos un extraño impulso de comprar ropa nueva para lucir nuestro nuevo look ( o lo que pensamos que es nuestro nuevo look cuando el resto nos ve aun igual que hace un mes). Sacas tiempo de donde sea, y te das una vuelta por la calle Fuencarral. Una camiseta, estos tirantes que bien quedan, tendré que comprar alguna chancla, ¡dios, quiero estar bermudas!.... existen solo 2 formas de parar este desenfreno: que la mastercard deje de funcionar, o que te des cuenta, bajo la luz de algún probador, de que perfectamente podrías pasar por un cadáver. Ya nada te gusta. Nada te sienta bien.
Gracias a dios, alguien, horrorizado seguramente también por como le quedaba la ropa en invierno, invento el solárium. ¿Cancer? Si bueno, el teléfono, las wifis, las ondas del wichifoiri… hay tantas cosas a nuestro alrededor que en ese momento te da igual, y vas directamente al solmania de debajo de tu casa a sacarte un bono: ¡tienes que estar perfecto para verano! Y…Katching!! ¡50 euracos mas!

Ya estas buenorro, sano, moreno y con modelitos nuevos. Súmale un par de cremas para la piel y tienes el kit completo. Y todo por el módico precio de 200-250€ al mes (teniendo en cuenta que la ropa solo la compraremos una vez si no esto se dispara)

A este paso creo que solo voy a cuidarme a primeros de mes. Menos mal que existen estudios como estos que animan a uno a cuidarse. Aunque solo me falta ya sumarle a la lista las cervecitas. Con lo mal que está ahora para que te concedan un préstamo.

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